Matilde, la que está cayendo. Has nacido, como ya sabes en 2011 y los ánimos están revueltos. La economía no va muy bien, la política, por extensión, menos. Se habla mucho y no se dice nada, pero a mí no me gusta hablarte de eso, así que, hablaremos de crisis, sí, pero de la Taberna la Crisis.
Es un sitio que hay muy cerquita de tu casa y donde hemos desayunado juntas algunas veces tus primeros cuatro meses mamá, la tita Marga y tú y yo. Nos pedíamos una tostadita rica, un cafelete y buscábamos un rayito de sol. Y luego un poco de sombra.
Cuando mamá volvió al trabajo y tú empezaste en la guarde, dejamos de ir a desayunar. Perdimos las buenas costumbres, pero el domingo volvimos a ir. Hacía tanto frío que desayunamos rápido y jamón (esto del jamón en relación con el frío tendré que explicártelo más largo y tendido con más tiempo), y luego nos fuimos a tomar otro café a la placita de debajo de casa al sol. Como cuatro caracolillos.
Esto de los caracolillos es otra cosa, como mi relación con el jamón, que tendré que explicarte, pero al menos, que sepas que ese domingo, por fin te llevé un caracol. Uno de ikea, rosa y verde, pero un caracol al fin y al cabo. Un caracol marioneta de dedo, pero un caracol al fin y al cabo.
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